En el capitalismo nos hacemos menos atacando a nuestro propio espíritu. Nos ahogamos en un mar envenenado, en un vacío de posesión en el que nadie se posee a sí mismo. Todo es para unos cuantos y nadie es para sí mismo.
La amistad y el amor ya no brillan ante los ojos de los que quieren minerales, hasta el sexo y la pornografía son insignificantes en placer ante las preseas.
Las filas de mendigos en las que se convierte la amistad, las olas de destrucción en las que se convierte el amor, las pertenencias son rellenos porque la gente es vacío.
jueves, 26 de julio de 2007
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2 comentarios:
lo uniko ke voy a decir kiero prosA y rigor
Me gusta, en especial la última línea, es muy fuerte, pero realista.
Saludos
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